¿Usar o no usar chupete?

Sin embargo la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO) nos dice que siempre y cuando se retire antes de los 24 meses, el chupete no provocará malformaciones bucodentales.


El chupete ayuda a los bebés a conciliar el sueño y a calmarse cuando lloran, reduce la incidencia de la muerte súbita y es menos perjudicial que el hábito de chuparse el dedo, o incluso la mano (porque entre otras cosas, no se les puede retirar el dedo para corregir la costumbre) o dormirse mientras toman el biberón durante la llamada fase oral, porque se producen menos deformidades, sobre todo si éste es anatómico.

Una de las causas del uso prolongado más allá de los 24 meses provocará que los dientes centrales inferiores se vayan desviando paulatinamente hacia dentro, mientras que los que se encuentran en el mismo plano pero en el maxilar superior, tienden a separarse y a sobresalir hacia fuera, lo que se conoce popularmente “dientes de conejo” o mordida abierta, que sería un espacio entre los dientes anteriores.

Por otro lado, la acción de succionar pone en funcionamiento una serie de músculos de la cara que, junto con la posición de la lengua, hacen que finalmente las líneas superiores e inferiores pierdan su paralelismo causando mordida cruzada.

Igualmente, el uso permanente del chupete descoloca los dientes, aunque éstos vuelven a reubicarse unos meses después de interrumpir su utilización, siempre y cuando lo hagamos antes de los dos años, ya que no habrá dado tiempo a que se produzcan malformaciones óseas significativas que modifiquen la arcada dental definitiva.

Todas estas alteraciones bucodentales se producen con la succión del chupete, pero para que las malformaciones sean evidentes es necesario una presión más o menos constante durante varias horas diarias y, como hemos comentado, un uso prolongado más allá de los 24 meses de edad.

Una vez retirado el chupete, si vemos que se han producido deformidades en la boca o los dientes, es fundamental solucionarlo de manera precoz, ya que si no se hace, el niño podría desarrollar una maloclusión más grave y difícil de corregir, aparte de que el tratamiento de ortodoncia nos supondría un mayor coste económico.

Así, una mordida abierta provocada por un uso excesivamente prolongado del chupete podría evolucionar hacia una mordida abierta esquelética difícil de solucionar en la etapa adulta sin recurrir a la cirugía. Del mismo modo, una mordida cruzada no corregida a tiempo podría desembocar en un crecimiento asimétrico de la cara.

Por ello se hace imprescindible un correcto seguimiento profesional de la salud bucodental de nuestros hijos, que debe iniciarse a muy temprana edad y continuar de forma periódica a lo largo de toda su infancia. De este modo, nos aseguramos de que cualquier problema que surja será detectado a tiempo y corregido de manera rápida y eficaz.

Consejos

Así pues, si los padres lo desean no hay motivo para rechazar el uso de chupete si se hace de manera responsable y siguiendo las siguientes recomendaciones que nos marca la Sociedad Española de Ortodoncia:

  • Emplear el chupete como método para evitar la succión del dedo, que tiene unas secuelas más graves en la salud bucodental del niño.
  • Ajustar el tamaño del chupete en relación a la boca del bebé, porque si no es adecuado potenciará que se puedan generar deformaciones.
  • No mojar el chupete en azúcar, zumo, miel, ya que este hábito puede provocar la aparición de caries en los dientes del bebé.
  • No utilizar el chupete para retrasar una comida.
  • Retirar el chupete antes de los 24 meses de edad (aquí te dejamos algunos consejos que puedes seguir para afrontar este momento, que tan difícil puede llegar a resultar a algunos peques).

Por otro lado, mucho se ha escrito con respecto a la relación entre el uso del chupete y la lactancia materna. Desde la SEDO nos cuentan que el chupete podría ayudar a estimular el efecto de succión en bebés con poca fuerza:

  • Sin embargo, algunos estudios sugieren que el chupete podría poner en riesgo la lactancia materna exclusiva durante los seis meses, y desde la Liga de Leche y el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría se recomienda evitar su uso las primeras semanas de vida del bebé hasta que la lactancia esté bien instaurada.